Escribe: Sire Martínez.

ABURRIDO


Hace algunos días, alguién me comentó que había revisado mi blog y que era muy aburrido; encima me citó como dándome el ejemplo, aquellos blogs masivamente vistos y leidos con fervorosa puntualidad. Por otro lado, casualmente, recibí unos mails de algunos familiares que me repetían simultáneamente lo mismo.

Me pregunto hasta que punto, la sociedad se ha magalizado y espera que todas las comunicaciones y hasta los actos propios, ronden acerca de los pormenores, la nimiedad y la insignificancia como piedras angulares del espectáculo. Acaso todos tenemos que tener un mismo estilo, enlistarnos y amoldarnos con ese tufillo nauseabundo del llamar la atención aunque para ello, se tenga que confesar y ventilar aspectos personales, pensamientos, actos y revelaciones no tan ciertas con tal de llamar la atención, despertar el escándalo e insuflar el ego. O tal vez, uno este perdido en el espacio, enfrascándose en lecturas que, tal vez, ya nadie lee; aturdido en preguntas que nadie se hace o apasionado en historias que nadie recuerda ya.

Si escogiera ese camino, podría escribir vivencias y aventuras pasadas, y vaya que podría escribir muchísimo al respecto; podría escribir mis laberintos personales y no tendría como acabar; podría naufragar en los suburbios de mi compleja personalidad como la de cualquier otro y no entendería quien soy; podría sofocarme en los marasmos de la mediocridad y no sabría si lo que brotan de mis dedos son solo burdas imitaciones de los demás, del colectivo; en fin, podría hacer muchas cosas para poder estar en el standard concebido de como debe ser un bloguero. Pero no.

Tal vez por eso escriba tan poco. No puedo permitirme ser conducido por gregarios senderos, para escribir de cómo fué mi primer beso o de como descubrí el primer barrito de acné, o que hace mi vecina o la fulanita del frente... por favor!. Es increible que tales aspectos sean el argumento y materia prima para líneas enteras de espacios estériles, que sólo le pueden interesar a uno mismo (por breve tiempo) y a nadie más.

Hasta que punto la sociedad estará magalizada, no lo sé pero conmueve que así sea; mientras que por otro lado, los grandes temas son olvidados, como se pierde el horizonte, cuando siempre se tiene la cabeza gacha.


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